La baja libido o falta de apetito sexual es una de las demandas más frecuentes en la consulta de sexología, especialmente por parte de las mujeres. 

Y es que, a la hora de la verdad, hay una serie de factores que, de una manera u otra, pueden alterar nuestro deseo sexual percibido. Pero antes de contaros esas cosas que pueden disminuir la libido…

¿Qué es el deseo sexual?

La primera investigadora que estudió el deseo sexual fue Helen Kaplan. 

Lo definió como la percepción subjetiva específica que moviliza al individuo en busca de experiencias sexuales. Es decir, así, en lenguaje de a pie: el deseo son las ganas y la motivación por tener un contacto sexual (ya sea a solas o en compañía). 

Cuando hablamos de deseo sexual, nos encontramos con muchos sinónimos que nos pueden ayudar a definirlo: estar cachondx, excitadx, tener ganas, tener apetito sexual, tener la libido alta, estar caliente, estar a 100, como una moto, etc.

Al fin y al cabo es una sensación puramente subjetiva, que sucede a nivel psicológico en respuesta a cualquier estímulo interno o externo que enciende esa motivación para el sexo. Por ejemplo, al recordar aquel encuentro erótico que tuviste en aquella playa que fue tan excitante y notas que se encienden las ganas de algún contacto erótico. 

Así que, en resumen, el deseo sexual es tener ganas, motivación, disposición por tener alguna actividad sexual.

 

Seguro que llegados a este punto, te planteas:
si el deseo es algo tan sencillo, ¿por qué me cuesta tanto mantenerlo? ¿Por qué noto que no tengo ganas tan a menudo? ¿Por qué yo no lo siento?

Hay numerosos motivos por los que el deseo sexual se puede ver afectado negativamente y hoy te los voy a contar.

Por un lado, puede haber causas físicas u orgánicas que alteren o dificulten el deseo:

– Alteraciones hormonales. Determinadas variaciones endocrinas pueden provocar que el deseo sexual disminuya considerablemente. Por ejemplo, una disminución de andrógenos, concretamente de testosterona, que es una hormona importante para el deseo, puede provocar una baja libido. Otro ejemplo es el aumento de la prolactina, que también provocar falta de deseo; ya que su incremento (especialmente en la lactancia) conlleva una disminución de andrógenos. Otras alteraciones, como la disminución de estrógenos propia de la menopausia puede deteriorar el deseo sexual.

– Enfermedades crónicas, como la Diabetes tipo II u otras alteraciones.

– Cada vez más nos encontramos con fármacos que alteran el deseo sexual. Por ejemplo, algunos tipos de antidepresivos (los ISRS) o los anticonceptivos hormonales suelen alterar la función sexual en general y, específicamente, la respuesta de deseo y la de eyaculación en los hombres.

 

Por otro lado, hay que considerar que la mayoría de ocasiones cuando nos sintamos con falta de deseo, la causa va a ser de tipo psicológica. Aunque la evidencia científica no siempre ha tenido consenso, en la actualidad hay una serie de factores a tener en cuenta en esta dificultad.

– Problemas de pareja. La monotonía, la rutina y la pérdida de costumbre al cuidar la relación afectan indudablemente al deseo. Si a estas cosas le añadimos falta de intimidad, distancia interpersonal, discusiones o problemas de comunicación, nos encontramos con uno de los factores predominantes en este caso.

– Insatisfacción en las relaciones sexuales. Y es que cuando las relaciones sexuales son monótonas, no son placenteras y/o no se disfrutan, ¿quién va a tener ganas de repetir? En este sentido, la insatisfacción provoca que cada vez haya menos motivación cara a tener un encuentro erótico. 

– Desmotivación generalizada. En ocasiones, nos encontramos con personas que no tienen ninguna causa aparente, pero que sienten cierta desmotivación a la sexualidad que no se termina de explicar por algo en concreto.

– Estrés y ansiedad. Estos son dos factores que alteran fuertemente el deseo sexual, ya que situaciones estresantes o ansiosas que se mantienen en el tiempo afectan no sólo a la sexualidad sino al bienestar general de la persona. Con altos niveles de ansiedad, encontrar el clima tranquilo y relajado que propicie la sensualidad y el erotismo se convierte en una hazaña que, a priori, parece imposible.

– Baja autoestima e insatisfacción con la imagen corporal. Si hay algo que no podemos negar es que los modelos de belleza establecidos por la sociedad pueden provocar (y provocan en un porcentaje alto de la población) problemas con la propia imagen corporal. La autoestima de una persona (y especialmente de las mujeres), las inseguridades con respecto al propio cuerpo y la vergüenza asociada a todo esto puede ser un obstáculo a la hora de sentirse cómodas en un encuentro sexual. Esto, a medio plazo, acaba desembocando en una disminución considerable de la libido.

– Preocupaciones y carga mental. Cuando una persona está rumiando preocupaciones de manera constante, su función sexual se ve alterada a muchos niveles (como es lógico). Porque… ¿Quién va a tener ganas de un encuentro sexual si está con la mente en la lista de la compra, las medicinas del niño, el trabajo, las tareas pendientes, y los conflictos con un compañero de trabajo? Toda esa sobrecarga mental, ese agotamiento y ese estar constantemente con la mente a mil por hora van a ser un gran impedimento para una libido alta y activa.

– Otras dificultades sexuales. Es importante explorar si hay alguna otra problemática en el plano sexual (propio y/o de la pareja)  ya que esto puede ser determinante en el deseo sexual de la persona. Por ejemplo, cuando hay una dificultad con la erección la propia persona o su pareja pueden acabar desarrollando falta de deseo sexual derivada del malestar que genera esa anterior dificultad. Otros ejemplos de dificultades sexuales que pueden provocar una pérdida de deseo son las relaciones sexuales dolorosas, eyaculación precoz, insatisfacción en las relaciones, anorgasmia, etc.

– Algunos trastornos y/o alteraciones del estado de ánimo, como la depresión, los ataques de pánico o el Trastorno Obsesivo Compulsivo, por ejemplo. Cuando el estado de ánimo está alterado se suele encontrar frecuentemente un apetito sexual disminuido o prácticamente nulo. Por ejemplo, cuando una persona tiene sintomatología de tipo depresivo, en la que hay un nivel alto de malestar y de pensamientos distorsionados negativos, lo más habitual es encontrarnos con personas que ya no disfrutan (y no les apetecen) las relaciones sexuales.

 

Y con todo esto… ¿Cómo arreglo mi deseo?
Pues va a depender de cada caso y de cuáles son los motivos que están detonando y manteniendo esta disminución de tu deseo sexual.


Préstate atención, escúchate y pregúntate ¿cuál de estos factores puede estar provocándome esta falta de deseo sexual? Y una vez los hayas identificado, intenta cuidar esa área y cultivar tu erotismo y tu vida sexual.

Y por supuesto, si con las herramientas de las que dispones no te basta, recuerda que puedes coger cita conmigo. Juntas/os detectaremos todos los factores que están influyendo en tu baja libido y, de manera personalizada e individualizada, trabajaremos para mejorarla y para el disfrute pleno de una sexualidad sana y placentera.